28 agosto 2017

El Secreto de las Brujas



La verdad detrás del mito: por qué pensamos que las brujas vuelan con escobas

Durante muchos años las novelas de fantasía, el cine y la televisión han logrado que imaginemos a las brujas como mujeres con verrugas, ancianas, deformes y volando en una escoba. Aunque en su gran mayoría todo esto es ficción, el mito de que vuelan usando escobas tiene que ver con las alucinaciones. La historia detrás de las brujas volando sobre escobas en realidad tiene sus bases en el siglo XIV, época en la que la investigación de una mujer acusada de brujería llevó a los médicos y científicos de entonces a entender un poco más el verdadero origen de esos mundos de fantasía, encantamientos y supuestos demonios a los que se relacionaban las brujas, sobre todo gracias a la Iglesia Católica.

Lo primero que debemos recordar es que las mujeres a las que la iglesia y las autoridades tildaban de “brujas” en realidad no eran más que mujeres que experimentaban con plantas medicinales y buscaban significados de la vida y la naturaleza más allá de lo que decían las religiones de la época. En la época en la que solo los hombres podían perseguir carreras medicinales y a ojos de la ciencia estas mujeres eran vistas como diabólicas, pecadoras y sencillamente malvadas.

Pero las mal llamadas “brujas” experimentaban con plantas medicinales buscando calmar sus propios padecimientos (incluyendo dolores menstruales y otras cosas que los médicos de la época parecían no tomar en cuenta... porque eran hombres) y ayudar a otras mujeres. Esto estaba prohibido, era penado por la ley y, sobre todo, por la iglesia. De ahí a que practicaran sus creencias en secreto y se formaran grupos de mujeres que se reunían a estudiarlas, lo que los demás veían como “brujería” y las llevaban a la hoguera por ello.

Las brujas y los alucinógenos

Debido a que experimentaban con plantas medicinales pudieron descubrir algunos usos peculiares para estas. Por ejemplo, al experimentar con plantas como la mandrágora, el beleño y el hongo que se forma en el centeno pudieron descubrir que algunas plantas venenosas y hongos podían generar un efecto alucinógeno al consumirla en pequeñas cantidades. Muchas de estas “brujas” se obsesionaron con estos alucinógenos. La sensación placentera y las visiones que producía el estar bajo este efecto hizo que estas mujeres experimentaran con esta planta de forma frecuente.

El problema es que el ingerir estos alucinógenos tenía efectos secundarios, incluyendo irritación de la piel, nauseas y muchos vómitos. No pasó mucho tiempo en que descubrieran que la mejor forma de obtener el mayor efecto posible y evitar estos efectos secundarios eran aplicarlo a la piel en forma de ungüento. Sin embargo, poco tiempo después descubrieron que los mejores lugares para aplicar el ungüento alucinógeno era en las zonas mucosas de los genitales. El efecto se elevaba al máximo sin producir vómito ni efectos secundarios. El placer venía acompañado de las alucinaciones, y así comenzaron a aplicar el ungüento usando el palo de la escoba para frotarlo en sus áreas íntimas.

Las primeras evidencias de esto se encuentran en la investigación del caso de Lady Alice Kyteler, acusada de brujería, que data del año 1324:

“En el armario de la dama se encontró un envase de ungüento con el que asegura untaba un palo que luego montaba para pasar el ungüento a sus partes íntimas”.

En los archivos de Jordanes de Bergamo, otro investigador de la brujería del siglo XV, asegura que:

“Las brujas han condesado que durante algunos días y noches untan un palo con ese ungüento especial y “mágico” que hacen y lo pasan por sus partes íntimas, debajo de los brazos y en otros lugares del cuerpo para obtener el efecto deseado”.

Esta claramente podría ser la razón por la que tantas pinturas del siglo XV y XVI representan a las “brujas” volando sobre escobas completamente desnudas. Sin embargo, ¿por qué dicen que vuelan sobre escobas si solamente las montan para aplicar un ungüento? La respuesta tiene que ver con la propia experiencia de la “bruja”. Durante sus juicios muchas mujeres confesaron que el efecto del ungüento se traducía en un adormecimiento del cuerpo acompañado de alucinaciones intensas.

Básicamente aunque estaban casi completamente dormidas, en su mente se veían “volando sobre montañas y praderas, sobre la naturaleza”. Y ellas creían que lo que habían visto era la realidad, un efecto astral de su espíritu generado por el “ungüento volador”. El mito de las brujas que vuelan usando escobas se resume en mujeres que experimentaban con plantas medicinales pero descubrieron que aplicar un ungüento hecho a base de hongos y veneno por sus vaginas las hacía alucinar y vivir una experiencia psicosensorial tan intensa que creían que era realidad.

Ya nunca verás a las brujas del mismo modo...

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